viernes, 26 de noviembre de 2010

Daniel Pennac

En las listas de libros más vendidos en todo el mundo siempre suelen aparecer los mismos autores: Dan Brown, Ken Follet, Stieg Larsson, John Grisham… Sólo de vez en cuando se mete entre los cinco más vendidos un escritor propio del país, por aquello del toque folklórico. En estos tiempos de marketing global pasa lo mismo en todos los países. ¿En todos? No. Todavía hay un pequeño reducto que lucha contra el invasor. Francia sigue siendo un lugar aparte en eso de la cultura. Por algo los galos inventaron la palabra chovinismo. Sus listas de Meilleures Ventes siempre se encuentran repletas de compatriotas.



Y es en este mundo aparte, en el que proliferan autores asombrosos. Como Daniel Pennac. Mal alumno, mejor profesor y escritor excelente. Su saga de los Malaussène es su obra más conocida. A lo largo de seis libros, Pennac nos cuenta con mucho humor las increíbles aventuras de una familia todavía más increíble. Para leérselos todos uno detrás de otro: Au bonheur des ogres, La Fée carabine, La Petite Marchande de prose, Monsieur Malaussène, Des chrétiens et des Maures, Aux fruits de la passion.


También me gustó mucho Comme un roman, una reflexión apasionada sobre el arte de leer. De él recuerdo, sobre todo, su declaración de derechos del lector (con más razón que un santo):


          1. Le droit de ne pas lire.
          2. Le droit de sauter des pages.
          3. Le droit de ne pas finir un livre.
          4. Le droit de relire.
          5. Le droit de lire n'importe quoi.
          6. Le droit au bovarysme, à la satisfaction immédiate et exclusive de nos sensations.
          7. Le droit de lire n'importe où.
          8. Le droit de grappiller.
          9. Le droit de lire à haute voix.
          10. Le droit de nous taire.


Le Dictateur et le hamac, Chagrin d'école y L'Œil du loup no me terminaron de enganchar. El primero no pasó el corte de las 50 primeras páginas y ejercí con él mi derecho número tres. Al segundo tan sólo le di un vistazo. Sigue esperando un momento propicio en la estantería. El tercero es uno de los libros que ha escrito para público más joven. Debo estar haciéndome viejo.


De todos sus libros, sin embargo, yo me quedaría con Merci. Una pequeña obra de teatro-monólogo, en la que el protagonista da el mejor discurso de agradecimiento de la historia por el premio que acaba de recibir. Y ya puestos, lo recomendaría en su versión audiolibro, leída por Claude Piéplu.


De hecho Daniel Pennac es uno de los mayores defensores de los libros leídos. Alguna vez ha contado cómo su mujer y él se turnan para leer libros en voz alta en el coche mientras el otro va conduciendo (supongo que tendrán que recurrir a eso por la falta de audiolibros de la que ya he hablado en otra ocasión). En este caso podemos disfrutarlo doblemente. Por el texto en si y por la rareza de que exista el audiolibro.

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